Cronología: Así fue el asesinato de Eugenio Garza Sada
A más de cinco décadas de aquel hecho, su nombre sigue ligado tanto al desarrollo industrial de Nuevo León como a una de las tragedias más dolorosas para la comunidad regia.
El asesinato de Eugenio Garza Sada, empresario y filántropo regiomontano, marcó un antes y un después en la historia de Monterrey y del país.
A más de cinco décadas de aquel hecho, su nombre sigue ligado tanto al desarrollo industrial de Nuevo León como a una de las tragedias más dolorosas para la comunidad regia.
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Hoy, a 52 años de su muerte, la memoria del fundador del Tecnológico de Monterrey y promotor del crecimiento empresarial tierras regiomontanas, permanece viva.
Su legado convive con la sombra de un crimen que sacudió a la nación y que, aún con el paso del tiempo, sigue siendo recordado como uno de los episodios más oscuros de la historia reciente de México.
La mañana en que Monterrey perdió a Eugenio Garza Sada
El 17 de septiembre de 1973, Garza Sada perdió la vida en un intento de secuestro perpetrado por integrantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre.
Una mañana rutinaria a las 9:00La ciudad apenas despertaba cuando Eugenio Garza Sada, de 81 años, salió de su residencia en la colonia Obispado. Era lunes, 17 de septiembre de 1973.
El empresario se disponía a realizar lo que parecía una rutina más: dirigirse a las oficinas de la Cervecería Cuauhtémoc. Lo acompañaban dos hombres de confianza: su chofer y escolta, Bernardo Chapa Pérez, y su guardaespaldas, Modesto Torres Briones. Juntos avanzaban a bordo de un Ford Galaxie negro modelo 1969.
La emboscada en Bella Vista
El reloj marcaba poco después de las nueve de la mañana cuando, al llegar al cruce de Villagrán y Luis Quintanar, en la colonia Bella Vista, la rutina se quebró en un instante. Una camioneta se atravesó frente al vehículo del empresario.
Al volante iban Hilario Juárez García y Elías Orozco Salazar, miembros de la Liga Comunista 23 de Septiembre. Su misión no era asesinar, sino secuestrar al industrial más poderoso de Monterrey.
Fuego cruzado
La operación estaba calculada al segundo. Otros dos hombres del comando, Anselmo Herrera Chávez y Javier Rodríguez Torres, corrieron hacia el automóvil para abrir la puerta delantera y sacar a Garza Sada. Sin embargo, no contaban con la reacción inmediata del chofer.
Bernardo Chapa desenfundó su arma y respondió a tiros, hiriendo a los atacantes. Lo que iba a ser un secuestro fulminante se convirtió en un intercambio de balas en plena calle.
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Garza Sada herido de muerte
En medio del fuego cruzado, un disparo alcanzó a Garza Sada. Al mismo tiempo, Edmundo Medina Flores, señalado como líder del comando, disparó contra Modesto Torres, quien cayó abatido.
La escena era caótica: disparos y cuerpos desplomados alrededor del Ford Galaxie.
Intento de secuestro fallido
Elías Orozco, desesperado, intentó cumplir el plan inicial. Sacó a Garza Sada herido y trató de llevarlo a una casa de seguridad donde planeaban ocultarlo.
La intención era clara: pedir una gran cantidad de dinero como rescate y exigir la liberación de presos políticos. Pero el tiempo jugaba en contra. El empresario, herido de gravedad, se desvaneció en sus brazos.
La huida del comando
Al ver que la vida de su objetivo se apagaba, Orozco lo dejó en el suelo. El comando se dispersó en fuga, dejando tras de sí un reguero de muerte. Eugenio Garza Sada murió poco después.
Junto a él, también quedaron sin vida su chofer, su escolta y dos de los guerrilleros, Anselmo Herrera y Javier Rodríguez.
El impacto en Monterrey
Ese 17 de septiembre, Monterrey perdió no solo a uno de sus empresarios más influyentes, sino a un símbolo de disciplina, austeridad y filantropía. El atentado sacudió a la ciudad entera y marcó un antes y un después en la historia de la violencia política en México.

¿Qué pasó con los asesinos de Eugenio Garza Sada?
Durante el enfrentamiento en el cruce de las calles Villagrán y Luis Quintanar, en la colonia Bella Vista, dos de los agresores murieron en el lugar: Anselmo Herrera Chávez y Javier Rodríguez Torres, alcanzados por las balas en el intercambio de fuego con los escoltas del empresario.
Otros tres guerrilleros lograron escapar: Hilario Juárez García, Elías Orozco Salazar y Edmundo Medina Flores, señalado como líder del comando. Sin embargo, su destino no estuvo muy lejos del de sus compañeros.
En los años posteriores, el gobierno federal intensificó la persecución contra la Liga Comunista 23 de Septiembre como parte de la llamada “guerra sucia”, periodo en el que decenas de militantes fueron detenidos, desaparecidos o ejecutados extrajudicialmente.
De acuerdo con reportes históricos, Edmundo Medina Flores fue detenido tiempo después y murió bajo custodia en circunstancias que nunca fueron del todo aclaradas.
Por su parte, Hilario Juárez García y Elías Orozco Salazar continuaron ligados a movimientos armados, pero ambos fueron abatidos en distintos operativos militares a finales de los años 70.
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